La Presencia en mi Casa

La Presencia en la Casa: Mi Experiencia Aterradora

anonimo

5/16/20233 min read

Mientras vivía en los Estados Unidos con mis padres, residíamos en un pequeño apartamento. Todo aquí era costoso, por lo que el departamento en el que estábamos era adecuado solo para una persona o una pareja, ya que la sala, el comedor y el dormitorio eran una misma área. Afortunadamente, mi padre, siendo ingenioso y hábil en la carpintería, construyó un pequeño cuarto para mí en una esquina desocupada de la cocina. Mi cuartito apenas tenía espacio para un colchón individual, y la puerta casi rozaba el colchón, lo que me obligaba a cerrarla con seguro para evitar que se abriera.


Durante mucho tiempo, reinó la tranquilidad en ese departamento, pero un día todo cambió. Empecé a sentirme intranquilo por las noches cuando iba al baño en la oscuridad, a pesar de haberlo hecho cientos de veces antes. Como pasaba muy poco tiempo en casa debido a la escuela, ensayos, trabajo y salidas con amigos, solo regresaba al departamento para dormir. Supongo que por eso me tomó tiempo darme cuenta de que había un inquilino adicional en casa.

Curiosamente, justo durante las vacaciones de Semana Santa, mis padres se ausentaron desde las 6 a.m. hasta las 6 o 7 p.m., lo que significaba que tendría todo el departamento solo para mí. Inicialmente, esta idea me emocionó. Tenía una consola que no había podido usar durante mucho tiempo debido a la falta de tiempo y porque los días en que estaba disponible, mis padres también descansaban y no quería interrumpir su tiempo frente al televisor. También me encantaba cantar, pero me daba vergüenza que me escucharan, por lo que la ausencia de mis padres parecía ser la oportunidad perfecta para soltarme y entonar algunas canciones de Vocaloid y viejos openings. Sin embargo, ese mismo día, todo se vino abajo.

Intenté jugar, pero me sentía incómodo y asustado, como si alguien me estuviera observando constantemente. Junto al baño, había un armario donde guardábamos nuestra ropa y otras cosas, y ese lugar en particular me daba mucho miedo. Estaba oscuro y siempre estaba frío, lo cual fue mi primer indicio de que el ente de la casa había elegido ese espacio como su refugio.

En los días siguientes, me encerraba en mi pequeño cuarto, ya que cualquier otra parte del departamento me provocaba inquietud. Como buena madre mexicana, mi madre notó que pasaba mucho tiempo en casa y me asignó una lista de tareas domésticas, como lavar platos, barrer, trapear, ir a la lavandería y doblar la ropa, entre otras cosas. Sin embargo, fue precisamente este último encargo el que desencadenó los eventos más aterradores que he experimentado.

Siguiendo las instrucciones, lavé, sequé y doblé la ropa sin problemas. Luego, tuve que colgar las chaquetas en la barra del armario. A medida que las iba colocando, me di cuenta de que faltaba una chaqueta y su gancho. Agachado, recogí el gancho del suelo y cuando levanté la mirada para unirlo a la chaqueta, lo sentí. Una mano acarició mi cabello y sentí sus dedos entre mi pelo y el cuero cabelludo. Me quedé inmóvil, petrificado. Sobre el área donde se colgaban los ganchos, había un espacio vacío y amplio, y temía que si levantaba la vista, el ente maligno estaría allí. Pasaron minutos antes de que finalmente tuviera el coraje de mirar... y no había nada. Me quedé en la misma posición y traté de pensar racionalmente. Tal vez, cuando bajé la cabeza para tomar el gancho, otros ganchos me rozaron y provocaron esa sensación. Decidí probarlo nuevamente, manteniéndome en la misma posición, y no, los ganchos estaban al menos a diez centímetros de distancia de mi cabeza.

No comprendí completamente lo sucedido hasta que me di cuenta de que ya no sentía miedo en mi casa. Ya no sentía nada. Sin embargo, pasaron semanas y la señora ya no me despertaba ni interactuaba conmigo. Ella había desaparecido. Comencé a analizar la situación y llegué a la conclusión de que cuando me acarició el cabello, sentí miedo debido a la sorpresa, pero no porque percibiera una presencia maligna. Si ese hubiera sido el caso, no habría intentado replicar la experiencia ni pensar de manera lógica. Mi teoría es que esa fue la señora despidiéndose de mí. No sé si se sacrificó para ahuyentar al ente maligno o si decidió perseguirlo. Espero que la señora pueda descansar en paz y le agradezco enormemente por toda la ayuda que me brindó, tanto para llegar puntual a la escuela como para liberarme del ente maligno que invadió mi hogar.